Eso significa que el alma de la persona se ha enfermado del mal del pecado. Le ha permitido a Satanás el acceso a los centros físicos o mentales de su vida y se le ha enfermado el alma. ¿Podría haber algo más triste?
Dijo una persona en cierta ocasión: “La felicidad suprema de la vida es la convicción de que somos amados”. Satanás hace todo lo posible por quitar ese pensamiento de nuestra mente. “No eres amado”, nos grita. “Estás solo, abandonado y rechazado por Dios”. Este concepto devora toda nuestra confianza, dejándonos enfermos del alma.
Posiblemente haya algunos a su alrededor que están sufriendo de ese mal. En esta ocasión nos guiaremos nuestra alma al Médico divino, en el que podemos encontrar tanto esperanza como sanidad. El proceso comienza con usted de rodillas, pidiéndole a Dios que revele los síntomas…y la medicina.
Analice el siguiente texto: “Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quién devore” (1 Pedro 5:8).
“Sólo el amor que fluye del corazón de Cristo puede sanar. Solamente él de quien fluye ese amor, como la savia del árbol, o la sangre del cuerpo, puede restaurar el alma herida” (Mind Body, and Personality, tomo I, pág. 243).
“Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí, Sana mi alma, porque contra ti he pecado” (Salmo 41:4).
“Y apartándose el impío de su impiedad que hizo y haciendo juicio y justicia hará vivir su alma” (Ezequiel 18:27).
Como en el caso de cualquier método curativo, la restauración del equilibrio y la salud del alma humana requieren de tiempo y paciencia. No se apresure en busca de resultados. Usted está plantando semillas hoy. Y tal vez nunca vea la cosecha, al menos en esta vida.
La mayoría de los jóvenes, especialmente los adolescentes, tienen un sentido muy claro de la verdad y la honestidad. Saben cuándo usted está solamente actuando y no es sincero. La única forma de ser sincero es creer realmente en lo que está diciendo y enseñando. Con un espíritu de oración, vea más allá de las faltas de aquellos a su cuidado, tratando de descubrir a ese hijo de Dios que se esconde dentro.
Cuando cada uno de nosotros ponga su interés y atención fuera de sí mismo, concentrándose en las necesidades de otros, Cristo entrará silenciosamente en la vida de cada uno y lo sanará desde allí. ¡Es algo maravilloso de observar!
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